FELICES LOS QUE CONSTRUYEN LA PAZ


¿QUÉ esperan conseguir los pueblos
que se abastecen de armas nucleares?
¿Por qué hacen planes sin sentido
pensando que la paz es el resultado
del equilibrio en el poder de la destrucción?
¡Insensatos!
Os tenéis miedo unos a otros
y aguardáis el momento de descuido para echaros encima del hermano.
Y gritáis: "No tenemos más fuerza que aquella
que nos viene de nuestros carros de combate,
de nuestros cazas supersónicos
y nuestras bombas de neutrones.
¡No tenemos más fuerza
que aquella que destruye para siempre!"
El Señor oye tales bravuconadas y se ríe;
y, con la verdad de su boca,
pone en evidencia la mentira del poder violento.
"Mirad -dice el Señor de la Vida-,
yo pongo en medio de los pueblos a mi Hijo,
el que no usa más violencia que la del amor,
ni desata más guerra
que la necesaria para vencerse uno a sí mismo.
A éste le daré la herencia del Mundo Nuevo;
a éste le abriré los tesoros
de la paz que florece entre cantos y abrazos,
entre abundante cosecha de esperanza
y fiestas de fraternidad universal;
¡y no entre ruinas y llantos
por la victoria del más fuerte!".
Aprended, las potencias nucleares esta lección:
La tierra no será de los que fabrican y venden artefactos de muerte.
La alegría de vivir no puede descansar sobre la desconfianza,
la competencia y el miedo de unos pueblos a otros;
¡y menos sobre la amenaza, siempre pendiente,
de una guerra nuclear!
¡Felices los que construyen la paz con la justicia
y la justicia con el amor! (Salmo 2)
- López Baena

Almapsy

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